miércoles, 22 de abril de 2009

JUAN MARSÉ O EL TALENTO


 
 
JUAN MARSÉ O EL TALENTO
 
 
Ya entramos en el ecuador del Festival de cine malagueño, y con gusto cambiaría la presencia de cualquier actor protagonista del elenco rojo por el inconmensurable y anómalo Juan Marsé. Todavía recuerdo con añoranza las dulces tardes vividas con Teresa, Si te dicen que caí, o la muchacha de las bragas de oro, por nombrar algunas novelas que marcaron mi entrada al mundo literario contemporáneo. Leía sus libros a escondidas -como si fuese un autor proscrito- después de atiborrarme de los clásicos, y fue como abrir una puerta y respirar una corriente de aire fresco admirando un retrato indomable de la posguerra.

Es un honor para el Cervantes contar con la pluma y el talento de Juan Marsé, y ya quisieran para sí los guionistas españoles tener la capacidad y la imaginación para escribir, y la destreza para adentrarnos en el complicado mundo de los sueños. No hay buenos guiones, y el cine sigue siendo el comodín de la mala literatura.

Ha sido muy claro el cáustico escritor con la nueva ministra de cultura, y muy veraz, cuando sin dudarlo puso sobre el tapete lo que todos piensan y ninguno se atreve a admitir: no hay talento ‘de cine’ por mucho que se subvencione a la industria menos taquillera del panorama español. Y sólo actores como Juan Diego, y otros clásicos e inmunes al paso del tiempo, nos congratulan con la gran pantalla.

Marsé es único e irrepetible, y todavía anhelamos el embrujo de la “Oscura historia de la prima Montse” de la mano de un estilista que nos hizo soñar, adolescentes y rebeldes, con la magia de las letras como única salida de un mundo pequeño y sombrío.


ROSA MARÍA VERA

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