EL
JARDÍN DE EVA
El ex ministro de
justicia, Juan Fernando López Aguilar, tras ser acusado de maltratar presuntamente a su ex
mujer ha provocado la ira de Rajoy. Suspendido de forma cautelar como
eurodiputado socialista, el insigne político antes alabado y ahora denostado por
su implicación en actos de violencia machista, deja estupefactos a la
ciudadanía por una irresponsabilidad irreparable si se demuestran los cargos.
Mariano Rajoy habla de
malos tratos como una “cuestión de Estado” y Cospedal ratifica sus palabras
subrayando una “tolerancia cero” ante el sufrimiento de mujeres que siguen bajo
el yugo de la ignominia y la ignorancia. Y no de la ignorancia del pueblo, que
hace tiempo que soporta el discurso huero de los políticos, sino de la idiotez
mental de quiénes practican la crueldad contra el más débil; sea mujer, niño o
adolescente.
La violencia de género no
tiene un nivel de estudios, ni una categoría dentro del escalafón social.
Afecta tanto a humildes ciudadanos como a señoritos de la política; a obreros
del campo y altos ejecutivos que dirigen con mano dura los designios del mundo.
Aquí la chaqueta de pana o el esmoquin van de la mano, y Eva sigue en su jardín
rodeada del árbol de la ciencia con frutos prohibidos, y con la serpiente
enroscada en su garganta.
Siempre la mujer detrás
del pecado, la injusticia declarándola culpable aunque haya conciencia social y
velas encendidas, porque siempre habrá algún descerebrado que piense: “algo
habrá hecho”. Pues no. El simple hecho de vivir, la desigualdad económica en el
trabajo, y la debilidad física que no intelectual, nos deja en inferioridad
moral ante una sociedad hipócrita y falsamente moderna.
Nacimos supervivientes
desde que luchamos en un jardín poblado de bestias. Aguantamos lo que nos
echen, y estamos hartas de que nos digan que somos fuertes. Fuertes sí, pero
nos dejamos la piel pariendo a hijos de puta que quieren arrancárnosla a tiras.
De nada vale una “enérgica condena” si la luz que entra en nuestro jardín sigue
opaca por una justicia que hace distinciones entre mujeres. Mujer o mujeruca,
rica o pobre, nos quieren esclavizar desde los tiempos de Adán, cuando una
costilla marcó la diferencia entre la libertad y la intolerancia.
ROSA
MARÍA VERA