martes, 16 de noviembre de 2010

HUMILLACIÓN




El ministro del interior marroquí Taieb Cherkaoui nos toma por tontos o bien le guiña un ojo a su homólogo español Alfredo Pérez Rubalcaba. Son compinches en confundir a la opinión pública tapando sus miserias. Uno por decir que los culpables de la invasión saharaui la tienen los milicianos de Al Qaeda, y otro por hacer oídos sordos a la verdad y estrecharle la mano al diablo.

Está claro que Marruecos aprovecha el estado de debilidad del gobierno de Zapatero para arremeter contra el pueblo saharaui y luego quitarse los muertos de encima encomendándose a los terroristas. Olvidando que algunos terroristas salen de su país y arrancan las torres gemelas de NY, bombardean estaciones de metro londinenses, y vuelan trenes en nuestro territorio. Alá es grande y Mohamed VI demasiado pequeño, porque vivimos en constante humillación y demagogia barata cuando tratan de implicar a los propios saharauis de la escabechina.

Ya se sabe que la política es el área de los embustes, y la alianza de civilizaciones se hunde en el océano de la estupidez cuando un español pierde la vida y decenas de civiles son víctimas de la humillante aptitud del monarca alauí. Un rey que interpone el orgullo a la dignidad, y que quiere desviar la atención de su pueblo culpando al enemigo extranjero e invadiendo un territorio que forma parte de nuestro patrimonio cultural y sentimental.

Esta humillación a España es un apéndice importante del desgaste del gobierno de Zapatero, y demuestra que Marruecos quiere darle la puñalada final a un ejecutivo con demasiadas heridas. Nada meritorio si quiere hacer leña del árbol caído horadando en la llaga de nuestras señas de identidad.

Pero el problema es que esta crisis ya no tiene un marco político sino humano, la sangre traspasa fronteras idealistas, y los buitres sobrevuelan a cadáveres que hieden porque están sepultados en tierra de nadie.



ROSA MARÍA VERA

domingo, 7 de noviembre de 2010

HALLOWEEN






Todos los días vivimos nuestro halloween particular porque el miedo es algo inherente al ser humano. Hay miedo a perder el trabajo, a contraer una enfermedad, a errar en el amor, o incluso a la abulia de no tener nada que perder.

La noche de los espíritus se ha convertido en la excusa perfecta para que algunos políticos busquen en el Más Allá lo que no consiguen con sus votantes o dentro de su propio partido. Más de uno tiene su gurú particular que echará las cartas, leerá los posos del café o hará ritos extraños conjurando un incierto destino. Hasta los más escépticos encienden una vela o buscan un disfraz para ahuyentar a sus fantasmas.

Obama lo tiene crudo y cuenta con todas las cartas para sufrir un revés, porque no basta con tener carisma de hombre liberal intentando reformar la Sanidad de su país. No basta con ser un hombre ejemplar y lucir la mejor sonrisa del planeta, si no cuenta con el poder suficiente para llevar a cabo un proyecto.

EE.UU sigue siendo conservador y republicano, y el color negro -aunque suene a argumento trasnochado- no gusta a todo el mundo. Norte y Sur siempre han vivido en órbitas diferentes y cada Estado tiene sus propias reglas de juego. Mañana martes, día de los difuntos, dirimirán en parte su futuro y los hados -las encuestas- no están de su parte. Quizás porque el presidente es demasiado pequeño en una Nación tan poderosa, y porque la guerra de Irak con su efecto propagandístico no es el mejor aliciente para sustentar su poder.

El tiempo tiene la última palabra y es un lobby poderoso, y la cosecha de Obama hasta ahora ha sido ínfima.



ROSA MARÍA VERA