lunes, 28 de septiembre de 2009

MÁS FRÍO QUE UN CADÁVER



MÁS FRÍO QUE UN CADÁVER
 
No es ninguna novedad reconocer que la sanidad española está en ínfimas condiciones. Y si no, que alguien se aloje en el hospital Clínico Ntra. Sra. de la Victoria de Málaga, y así ratificar el informe europeo que diagnostica los parámetros de dicha evaluación.

La comida que se sirve a los enfermos carece del más mínimo protocolo comestible. No es adecuado servir un descafeinado en la merienda acompañado de un melocotón, cuando existen galletas diabéticas y pan integral. Y en la cena, el pollo asado está tan crudo que puede echar a volar, y la sopa luce viscosa y más fría que un cadáver. Si esto es comer bien, no sé en qué se gastan el dinero público del contribuyente.

Otra cosa que no acabo de comprender, es porqué abundan los pacientes enfermos con mascarilla -a causa de la gripe A- como prevención de contagios, y en las habitaciones los expendedores de jabón desinfectante están vacíos. Se llama a la enfermera para que los reponga, y siguen sin reponer. Entonces, ¿dónde están las mejoras hospitalarias? ¿En paredes recién pintadas y habitáculos con jardín para que la gente salga a fumar?

Y que a nadie se le ocurra salir del centro hospitalario a partir de las 12 de la noche porque no hay ningún cartel anunciando la puerta de salida habitual. Eso sí, puedes perderte en un laberinto de pasillos y seguir indicadores de “salida de emergencia” para encontrarte las puertas cerradas con llave y ningún celador a quién preguntar. Y en un ataque de claustrofobia surge el dilema, ¿Y si ocurre algún incendio, cómo se desaloja un hospital entero?

Está claro que caer enfermo en la sanidad pública es un hándicap terrible. Si no mueres antes por lista de espera, o sufres un contagio por carecer de jabón en el baño y desinfectante en la pared, falleces de inanición. No hay peor enfermedad que el desconcierto, sabiendo que el derecho del paciente la Administración se lo pasa por el forro de unos presupuestos que no llegan. Que no llegan al enfermo cuando es pobre y sobrevive más frío que un cadáver.

Alelado de sufrir, y reconociendo que es el poder del dinero quién manda, los euros del tesoro público. ¡Y a saber porqué vericuetos se pierden!


ROSA MARÍA VERA


viernes, 11 de septiembre de 2009

CUBETAS DE BASURA




CUBETAS DE BASURA

Veo a gente bien vestida rebuscar en el interior de las cubetas de basura. Inspeccionan la ropa usada, el tetrabrik de zumo, y los yogures caducados. Vislumbro ansiedad en sus caras y siento que la pobreza llega a las familias de la clase media mostrando su cariz más amargo. Así vive la España próspera que nos prometió el presidente Zapatero.

La gripe A mata, pero el hambre es aún más persistente a la hora de cobrarse vidas humanas. No poblamos un país tercermundista, y ya disminuye la afluencia de pateras, ¡somos Europa!, y entonces, ¿porqué el paro crece de manera estrepitosa, y los desempleados tienen que buscarse el alimento de forma tan humillante?

No me convencen las palabras de la vicepresidenta económica Elena Salgado. No convencen a la inmensa mayoría. No hay que hacer tantos sacrificios si la política del gobierno practica el agujero negro de la capa de nuestros bolsillos. Si hay que aumentar los impuestos indirectos, el IVA, y los empresarios tienen que acoquinar más todavía y pagar; si las familias cobran el sueldo justo y encima se les exige que sean indulgentes y se acomoden a la crisis; si sube el alcohol, el tabaco, los hidrocarburos, y la deducción de los 400 euros sobre el IRPF junto al cheque bebé de los 2.500 euros fue un suflé propagandístico y ya no es significativo, según el portavoz del gobierno, José Antonio Alonso, ¿quién demonios dirige el timón del barco?

El pueblo quiere pan y no un espectáculo circense; y no le gusta rebuscar comida entre las cubetas de la basura. No le gusta que ajusten su cinturón cuando las autonomías gastan alegremente en embajadas o proyectos que sólo sirven para crear una profunda escisión entre ricos y pobres. Todavía no somos una república bananera castrista o chavista, pero si miro en los contenedores de las barriadas, la gente recoge todo lo servible y que se pueda vender; recicla y recicla; e incluso la clase más pudiente y acomodada se come los yogures caducados por tal de ahorrar.

Y eso es preocupante. Preocupa que haya pobreza real y pobreza psicológica. Y es ésta pobreza, la psicológica, la más grave porque insiste en las mentes más débiles, y machaca sobre la necesidad de que no hay que gastar y es necesario guardar para lo peor.

Que reflexione el gobierno y pregunte porqué hay tanta psicosis. Que se busque un augur económico que sea eficiente, y no nos sople al oído que mañana los yogures nos costarán más, y encima no tendremos la posibilidad de comerlos caducados.


ROSA MARÍA VERA

lunes, 7 de septiembre de 2009

LOS PECES DEL AIRE






LOS PECES DEL AIRE

Si hay algo difícil en esta vida es aparcar encima de un árbol. Y así ocurrió esta mañana con mi Peugeot 206 HDI. El festival aéreo reunió a más de 300 mil personas en la playa de la Malagueta, y por mucha experiencia que se tenga en profanar las aceras con un vehículo, al no haber espacio posible, lo interesante era subirse a un árbol. Y así lo hice después de volar con la imaginación y coger un cabreo de órdago.

Pero el espectáculo mereció la pena y los peces del aire no dejaron en paz al mar. El escuadrón Águila, los caza Harrier, las avionetas y helicópteros junto a sus pilotos, conmovieron y han puesto nombre a la ciudad. Las prácticas -días atrás- de los aviones, impidieron mi buceo con su ruido atronador sobrevolando los baños del Carmen. Y hubo quejas. Quejas de vecinos, quejas de hospitales y sus enfermos, y quejas de aquellas personas que no quieren ver, que detrás de una demostración aérea hay trabajo, esfuerzo, y soldados del aire con nombres y apellidos que honran nuestra ciudad.

No es posible complacer a todo el mundo. Quizás lo ideal es que la exhibición se hubiera llevado a cabo en las afueras de Málaga, pero el acceso hubiera sido menor y el público tampoco vería con buenos ojos que se privase a una parte de los ciudadanos de disfrutar y aplaudir a los pilotos del aire. Y también por qué no, ver la bandera de España diluida en humo detrás de las avionetas y terminar con ella paseándola por el cielo. Esto no es fascismo como algunos proclaman, sino sentirse españoles y orgullosos del ejército y sus pilotos.
Confieso que no soy adicta del aire sino del agua; pero hoy he admirado como nunca a quiénes arriesgan su vida para que otros disfruten. Admiro la intrepidez y la valentía; el arrojo y la técnica; y esta mañana se ha visto en el océano del mar, y un sol enmarañado de nubes rotas por aeronaves que eran flechas del espacio.

Y desde encima de mi árbol, sentada sobre la fronda fresca de un roble y con mi cámara acuática resuelta a no descansar, contemplé fascinada el espíritu de los peces del aire. Y desde el fondo del mar y en la lejanía, entre cantos de sirena y marineros dormidos, quizás algún que otro pez se pregunte qué diablos ocurría en la playa. 


Qué magia ocurría, si todos los veleros, barcas, lanchas y navíos se lanzaban al mar y embobados pescaban alguna que otra ilusión.


ROSA MARÍA VERA

jueves, 3 de septiembre de 2009

CAPITANES INTRÉPIDOS






CAPITANES INTRÉPIDOS

El mar rugía como un dios atronador y el oleaje era un hándicap cuando llegamos a la playa. Mi compañero submarinista tuvo dificultades para entrar en el agua y yo me escabullí como un pez cuando la ola se levantó a más de metro y medio de la orilla.

La ilusión no nos impidió bucear por la Herradura aunque fuese imposible pescar nada. Equipada con mi fusil y todos los utensilios necesarios para capturar un mero o un congrio despistado, nadaba en medio de la oscuridad marina acercándome a las rocas para vislumbrar un rayo de sol.

Con mi cámara acuática disparando sin cesar y grabando vídeos entre los acantilados, no vi el peligro con la suficiente prontitud como para apartarme de las paredes rocosas. Emocionada por la diminuta fauna marina que veía a mi alrededor, no pude sortear la enorme ola que me lanzó como una pelota sobre un muro de aristas y erizos. Me dí un fuerte golpe en la cabeza y mi brazo derecho sufrió toda suerte de cortes y desolladuras.

No sentí dolor alguno, sino la sensación de que mi vida corría un grave peligro si no salía del remolino de agua. Estaba rodeada de un túnel de rocas y mi traje de neopreno sólo me libró de cortarme también ambas piernas y la espalda. Malherida y asustada, a duras penas tomé conciencia de que debía huir y nadar lo más rápido posible mar adentro si no quería acabar como una muñeca rota.

- Frágil y desafiante, etérea e invencible.-

Pero el dios del mar fue benevolente conmigo, y fuiste tú padre, quién con tus enseñanzas, me diste valor una vez más para levantar el cubo cuyo peso se desbordó por un peligro inminente. Y siempre sabré, que aún rodeada de mil rugidos y siendo la única mujer del mundo, nunca estaré sola en mi mar, tu mar, nuestro océano de libertad, único y embriagador, como una verdad insólita e inapelable.


ROSA MARÍA VERA