jueves, 20 de junio de 2013

ESCLAVOS



ESCLAVOS


   Nunca es tarde para denunciar el abuso, la esclavitud y el maltrato en la infancia. Me indigna pensar que 215 millones de niños son víctimas del trabajo infantil, de los cuales 115 millones realizan trabajos peligrosos. Internet y las redes sociales conforman un vehículo extraordinario para difundir las noticias, pero también un paraíso virtual para pederastas y psicópatas que utilizan este medio de transporte para sus diabólicos fines. Entre ellos la explotación sexual y la esclavitud.

   En ocasión del Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), la OIT publicó su último informe sobre las prácticas abusivas cuyas víctimas principales son 6,5 millones de niños que tienen entre cinco y 15 años, mientras más del 71% son niñas.
  
   ¿Es la pobreza culpable de esta ignominia? Está claro que la India, China, Brasil y Bolivia se cuentan entre los 58 países que utilizan manos infantiles para sus productos. La confección argentina, la caña de azúcar y las castañas de Bolivia, el carbón vegetal de Brasil y la coca de Colombia, así como los empresarios del arroz de Birmania, son claros ejemplos de explotación infantil.

   Resulta indignante que nos humillen con datos tan despiadados. Que más de 100 niños nigerianos mueran envenenados con plomo al buscar oro, y que niños de Burkina Faso cosechen algodón para Victoria’s Secret. ¿Las oenegés no pueden combatir con eficacia este dislate? La ONU, los derechos humanos, la Banca y las urdimbres del poder, cierran los ojos porque seguimos en la edad de piedra, o peor aún, en la alta tecnología que no puede cercenar esta castración del juego infantil, de infancias robadas.

   La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) han advertido de que al menos 215 millones de niños en todo el mundo son víctimas del trabajo infantil, definiéndolo como "prácticas análogas a la esclavitud". Me indigna esta suave definición. Me irrita pensar que una niña de 5 años se queme las manos en agua hirviendo por culpa de la industria textil y se pague tan alto precio social por la ropa.

   “El trabajo doméstico cada vez es más demandado y se realiza de manera invisible, aislada”, argumentan en foros internacionales. ¿Y nadie para esto? ¿No hay leyes que frenen esta ignominia?

   Si la estulticia genera esta indecencia, y si tan sólo un niño sufre un abuso de poder, es que la tierra gira en sentido contrario al sol y la sangre golpea nuestra conciencia.




ROSA MARÍA VERA