UN
SUEÑO EN NAVIDAD
Este año el anuncio de la
lotería de Navidad está alejado del estereotipo del lujo y la abundancia que da
el premio. El filme emociona, cautiva, y fluyen algunas lágrimas porque vemos a
una persona real, en una edad madura donde los sueños están olvidados y donde
se sufre los avatares de una crisis personal e insostenible.
La pobreza en los hogares
ha iluminado a los creadores del vídeo y por una vez hemos llorado con una pena
que no es nuestra, pero que la sentimos como un traje difícil de llevar sobre
una piel trémula y desencantada. El anuncio toca la sensibilidad del espectador,
lo conduce desde el sentimiento hasta la razón de ser de una generosidad basada
en compartir. Compartir un sueño, una ilusión, y un décimo de lotería premiado
que ilumina el rostro asombrado de quién lo recibe.
Si el año pasado hubo
controversia por el vídeo rodado por Raphael y Montserrat Caballé, esta vez el
paisaje es distinto y no son los famosos quiénes brindan por la Navidad. Lo
cotidiano y la lucha diaria de una familia en apuros han movido el hilo
argumental del anuncio navideño. La ternura queda explícita en el dueño del bar
que dona el premio a una pareja sin recursos, a alguien que ha perdido la
esperanza y que sólo se conforma con un café.
Un café que abre las
puertas a un mundo nuevo, a la alegría de vivir y al rostro demudado que sonríe
ante un nuevo cielo más tierno y generoso. Y hay que congratularse por la
magnífica imagen que transmite el actor principal, alguien que puede ser usted,
o el vecino de enfrente, y ambos sabemos que la ruleta de la fortuna es una
noria donde unas veces estamos arriba y otras en el abismo del infortunio.
El sorteo de Navidad
cumple con las expectativas de un sueño. Las lágrimas de un hombre se recogen
en una copa y la bebemos con fruición. Lágrimas de alguien que como usted o
como yo, somos supervivientes de una realidad incómoda y difícil, donde llorar
y reír no sólo no cuesta dinero, sino que nos transporta al mundo mágico de una
ilusión, un billete al paraíso.
ROSA
MARÍA VERA