miércoles, 12 de mayo de 2010

EL HIYAB



EL HIYAB


La polémica surgida a raíz de la chica musulmana Najwa de 16 años de querer llevar el velo islámico en el Instituto -cuando antes no lo llevaba- es una clara aptitud de desafío por el patriarca de la familia. El padre, principal responsable de este revuelo y presidente de una Mezquita, quizás haya recibido instrucciones por parte de Alá o de algún miembro superior de la Yihad islámica, para saltarse las normas a la torera de la LOE, (Ley orgánica de Educación), en la que indica que cada Centro impondrá sus reglas de convivencia.

Aquí no hay discriminación de sexo ni de religión que refleja el artículo 14 de nuestra Constitución, puesto que cualquier chica marroquí puede ir por la calle con el velo Islámico. A Najwa nadie le prohíbe ir a su mezquita a rezar, estudiar el Corán, y vestirse como quiera fuera del Instituto. Nadie la coarta ni la obliga a nada, y España es un país libre donde la sumisión de la mujer por motivos de fe, e idiosincrasia de un pueblo, es una humillación que no cuadra con nuestra condición de Estado Laico y de lucha contra la violencia de género.

El término Hiyab significa “esconder” ocultar” y “separar”, y resulta algo estrambótico que a una adolescente musulmana integrada en una comunidad española se la intente señalar y “separar” dentro de su clase. Resulta irrisorio que comparen el velo islámico con un hábito de monja, o con un colgante al cuello de cruz, puesto que vivimos en España, mal que les pese a algunos. Y si un Centro veta a una religiosa dentro del aula por llevar su hábito, tendrá que acatarlo si son las normas, y buscarse otro lugar de estudio y de trabajo.

Nadie impone nada a nadie si éste no quiere. Y en este caso el padre de Najwa, -que hasta ahora había permanecido callado-, y clama al cielo de Alá por unas normas educativas que no comprende, debería ser menos rigorista y no estigmatizar a su hija con un medio que constituye un fin para sus planes radicales de hacerse ver y notar dentro de su comunidad religiosa.

Tampoco sirve la defensa de que en Marruecos a una chica española no se le prohíbe la minifalda, puesto que si estudia en un Centro marroquí acatará las normas de dicho Centro, so pena de ser expulsada o incluso de algo peor.

Otra cosa es la calle, y las formas de convivencia de cada cultura. Porque en los países árabes llevar el velo islámico -Hiyab- es una clara demostración de distinción social y religiosa. Y no es lo mismo ver a chicas marroquíes -de dudosa condición- bailando en una discoteca, de noche y vestidas de manera occidental, que ir por la ciudad enseñando piernas y escote. Si alguna mujer es tan temeraria, pagará cara su osadía, sea o no musulmana.

Puesto que en cuestiones de modernidad, ya se sabe que la religión de Mahoma es intransigente. Y la lapidación y las quemaduras en el rostro por ácido siguen vigentes con espectacular crueldad.

Así que ahora no nos den clases liberales, cuando siguen imponiendo la sumisión a su Ley, y el enfrentamiento contra Occidente.



ROSA MARÍA VERA

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