miércoles, 12 de mayo de 2010

EL CIRCO



EL CIRCO


Se ha montado un circo mediático con la tonadillera Isabel Pantoja que viene muy bien para tener entretenido al pueblo. Es lógico pensar que la justicia actúa con celeridad en casos tan graves como el blanqueo de dinero, o el caso Malaya con varios imputados de los que de momento sólo salen a la palestra Julián Muñoz y su ex Maite Zaldívar.

Ahora se habla menos de la crisis y la gente no entiende el descenso del Ibex de un 13,6 % porque sigue las evoluciones de la cantante en su concierto hoy en Málaga, y porque le gusta ver en la picota a famosas del cuore. Si esto no fuera así, no existirían tantos programas basura donde sólo se habla de miserias, y donde la audiencia crece hasta tan altos niveles que la publicidad mueve montañas. Montañas de basura donde se critica, y donde malmeten entre matrimonios y amistades que sólo interesan a un público harto de sus propias miserias personales.

Quieren circo y que las fieras se devoren entre sí. Quieren aumentar el share con actores de pacotilla que lloran, y se pelean, para después bailar al son del director de orquesta con su peculiar batuta. Una batuta dictatorial siguiendo los dictámenes de un pinganillo oculto que mueve lágrimas y risas del rebaño de telespectadores que jalean las gracias olvidándose así de sus penas.

La televisión ya no es un medio informativo, sino un agente comercial cuyo cometido es sacar la ropa sucia a relucir y pasearla por los platós donde la gente tiene su modus vivendi. El paro afecta a la prensa, y a los periodistas que sufren un ERE, pero si cualquier famosillo sabe algún pasado indiscreto de un famoso, ya tiene su sillón seguro en cualquier programa que compre sus secretos.

Ya no hay escrúpulos ni dignidad, se perdió la vergüenza porque todo el mundo tiene un precio, y la vida está muy mala como para hacerle ascos al dinero fácil.

Hasta hace muy poco nadie conocía a la ‘princesa del pueblo’, y como siga el circo ya mismo le nombran una calle o la contrata Almodóvar o Torrente para una película de Festibar. Es lo que tiene llegar a la fama, que como te aúpen, es difícil que se bajen del burro no vayan a dejar al público sin sus ídolos de barro.

Y a todo esto el fiscal del Estado no pone reparos, y el gobierno acepta que se eche a los leones a ciudadanos indefensos ante la moviola del disparate, con programas que contravienen el derecho al honor, la intimidad, y el prestigio de personas que no quieren entrar en esa ruleta mortal.



ROSA MARÍA VERA

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