lunes, 11 de enero de 2010

MADRID



MADRID

Jamás había visitado Madrid en Navidad y es increíble el ingente humano que domina sus calles. La puerta del Sol es un hervidero de vendedores de lotería y deambulantes que caminan en dirección contraria. Y no comprendo muy bien, cómo hay colas para entrar en Doña Manolita a adquirir un décimo de lotería si puedes hacerlo en cualquier puesto de la ciudad con el sello de la susodicha. Qué me expliquen el motivo, porque yo he comprado la terminación del 2 en la puerta del Sol pagando los 2 euros correspondientes de ganancia y sin adolecer una espera de tres horas aterida de frío.

¿O es que la suerte la da el local? No entiendo a los madrileños, al igual que tampoco puedo entender el combinado de un bocadillo de calamares. Y desconozco porqué ha desaparecido la emblemática escultura del “oso y el madroño”. Voy a tener que exigirle responsabilidades al alcalde Ruíz Gallardón para quiénes venimos de provincias con el alma ardiente y los pies fríos al entrar en Madrid.

- Menos mal que el teatro Maravillas deslumbró con la espléndida representación de la comedia “adulterios” donde una magnífica María Barranco y genial Miriam Díaz Aroca deleitaron al personal. Sólo una queja: las incómodas butacas y la falta de elevación entre filas cuando hay un cabezón que te impide ver bien la obra -.

No se nota la crisis en la capital, y Andalucía sigue siendo la comunidad más pobre del mapa Ibérico. Aquí los parados se calientan en los puestos de castañas mientras que en Madrid se las comen.
Y cuando entre en vigor la nueva ley contra el tabaco, las calles estarán llenas de lumbres acobardadas y manos con mecheros encendidos por la libertad.


Todavía se puede fumar en tabernas y restaurantes donde las inversiones hosteleras aún no han recogido el fruto de su cosecha. Qué explique el gobierno, si el 2010 será el año de la recuperación económica cuando el pitillo esté prohibido en los locales y el malhumor reinante no tenga parangón ante la escalada del paro. Es curioso que cuando van mal las cosas, siempre pueden ir peor y la ley de Murphy se cumple a rajatabla.


El presidente Rodríguez Zapatero va a la deriva -como siempre- y nos tiene obnubilados por su temple pasota. No le darán el Nobel de la paz por no ir a la guerra, pero sí pueden ponerle la medalla del “no” a la guerra mediática. Los sindicatos callan, y nadie ofrece huelgas. Hay paz entre los pobres, y paz entre los parados. Y todo porque el poder tiene amordazado a los sindicatos. 


Luego el ‘Nobel ciudadano’ tiene nombre propio: Zapatero y su flauta sindicalista.

ROSA MARÍA VERA

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