domingo, 27 de febrero de 2011

SANTUARIO



SANTUARIO

No vi Avatar, y Santuario es la primera película (basada en hechos reales) que he visto en 3 D, quedando fuertemente impresionada. A mi pasión por el submarinismo se une mi admiración por la espeleología y un terror intrínseco asociado con la claustrofobia. No soporto estar sepultada en un laberinto de túneles de roca a pesar de haberlo experimentado alguna vez cuando exploré la cueva del lobo marino. Aún así, admiro el trabajo científico de aquellas personas que arriesgan su vida y la pierden en arduas investigaciones.

Santuario es una metáfora de la inteligencia, una encrucijada del corazón, resaltando el coraje de sobrevivir en una situación límite. James Cameron logra mantener la tensión y el suspense, el pánico al abismo y la sensación de estar enterrado, mientras el espectador disfruta de unas imágenes inolvidables. El argumento hidrológico de buscar un pasadizo de agua hacia el mar es ínfimo cuando el director insiste en su búsqueda de la emoción.

Emoción autoflagelante cuando te hundes en las entrañas de la tierra, percibes un alud de agua, sangras, y buceas faltándote la respiración. Las cavidades subterráneas se amplifican con las gafas cuando penetras en otra dimensión sintiendo el burbujeo de nadar traspasando la pantalla, y donde todo lo que ocurre se percibe con la misma intensidad que sus protagonistas. Porque a la dureza del guión se une una maravillosa puesta en escena y unos actores que hacen creíble la historia. Padre e hijo son los dos pilares fundamentales de la película, los triunfadores dentro de un turbulento y despiadado destino, mientras que el resto de personajes giran en la órbita diabólica de vivir una batalla absurda y morir por una causa perdida.

Y sales del cine exhausta, resoplando y con la pesadilla de sufrir por tantos submarinistas y espeleólogos que mueren al año sin que nadie les reconozca su trabajo. La película resulta tan impactante que juras y maldices por verla, aunque supliques en tu interior otra oportunidad de disfrutarla.

Santuario sublima nuestro yo más íntimo, el descanso del guerrero que quiere apartarse de una vida mediocre y ordinaria para encontrar la luz y un sentido a su existencia, tras sumergirse en el templo sagrado de lo imposible.


ROSA MARÍA VERA

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