jueves, 14 de mayo de 2009

PARANOIAS



PARANOIAS


La OMS nos tiene perplejos un día sí y otro también. Primero demoniza al cerdo prohibiendo su consumo, y luego nos vende que la nueva pandemia de la gripe A ha sido creada en un laboratorio. Afortunadamente el entuerto se aclara y la paranoia de la OMS sólo es una desafortunada anécdota. Los virus no necesitan del caldo de cultivo de un laboratorio para una simple mutación porque el mundo es un gran concilio de gérmenes y bacterias. Y los expertos pretenden complicar el problema alegando enemigos invisibles y errores humanos. Porque una de dos: o es un fallo humano, o una maquiavélica confabulación, si el virus fue creado en huevos de laboratorio.

El hecho más simple -y quizás más veraz- sería creer en una mutación natural, y olvidarse de paranoias en momentos tan especiales. Los científicos deberían ser más consecuentes con sus diagnósticos antes de que salieran a la luz y no confundir más a la opinión pública sobre un asunto de enorme trascendencia y alcance mundial.

Algo parecido les pasa a nuestros políticos en el debate del Estado de Excepción -debido a la gravedad de la crisis-, que no es otra cosa que unas primarias cuyo voto se difunde por los medios de comunicación. Se pulsa al ciudadano, y al votante, y éste con el mando a distancia hace su elección a través de la red mientras los tertulianos se ganan la vida con sus análisis. Es el toma y daca de la política cuando la crisis se acentúa y el paro mesa las barbas del enemigo Rajoy. Que más que enemigo del gobierno es cómplice de las clases medias.

Mariano Rajoy no sirve para rematar la faena, torea bien al astado pero luego le falla la espada. Y en cambio el presidente Zapatero es un buen banderillero, tiene gancho en la tele, (la telegenia es un don y la cámara su más fiel aliado) y nos regala flores que luego se pochan al día siguiente. Zapatero sigue siendo el flautista de Hammelin donde las ratas vuelven una y otra vez a al ciudad. Las ratas de las cifras económicas que son las más peligrosas y hacen más daño.
No me decanto por ninguno de los dos protagonistas del debate del Estado de Excepción, porque después de la polémica surgida por la “no” retransmisión de una pitada, aquí lo que falla es el respeto a la verdad después de abusar del maquillaje político. Porque de tanto maquillar una situación real, la verdad incómoda de las autonomías hay que taparla, esconderla, y a ser posible negarla. Igual que una dictadura militar, sólo que con el balón para endulzar la vida y el silencio de los borregos.


ROSA MARÍA VERA

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