lunes, 25 de mayo de 2009

DEDOS ROTOS





No es el título de una película de Almodóvar, sino mi status físico actual después de una excursión a la montaña sorteando ríos y cascadas. He salido de trances muy difíciles y complicados entre accidentes de coche, picaduras de medusas, peligros marinos, y situaciones al borde del abismo, y el ánimo no suele abandonarme nunca y menos ahora por la rotura de mi dedo gordo del pie derecho.

Pero hay situaciones en las que se quedan rotos los dedos del pensamiento cuando tus predicciones se cumplen, y lees en los periódicos que la gripe A se extiende como la pólvora; cuando la ministra Bibiana Aído -política aupada a la cima de la estupidez por el cupo de la paridad- no sabe distinguir a un ser vivo de un ente indefinible; cuando aparece el explosivo Titadyn como protagonista del 11 F y se derrumba todo el entramado ficticio de la goma 2 eco; y cuando la economía sigue con su imparable caída de precios y consumo porque nadie piensa en gastarse un euro en período de vacas flacas.

Aquí todos se agarran el bolsillo y cuenta sus ahorros porque no se sabe si la falla de la crisis será tan profunda que reflotar al país cueste años y no meses hasta llegar al final del 2010. El precio de los alimentos ha bajado de manera tan espectacular como comprar un coche y que te regalen 2.000 euros para combustible. Viajar ya no es un hándicap si llevas la mascarilla incluida por temor al contagio de gripe y vas a una isla desierta; pero enamorarse ya es más crudo y complejo si no te presentan una cartilla de vacunación y la alergia al polen no perjudica el estado psicológico del que lo sufre.

Aunque lo más angustioso para el gobierno y los sueños del presidente Zapatero, sigue siendo el mercado laboral y sus más de 4 millones de parados. Ahora llega el verano y con el calor la subida del empleo precario y los contratos-basura porque seguimos viviendo en un país de servicios. Pero el problema de la gripe porcina, o nueva gripe, -¡y dale con los eufemismos para sobrevivir!- puede afectar al turismo y quedarnos sin la consabida gallina de los huevos de oro. Esto de ser la madame de Europa se está acabando, y ahora sólo servimos para auparnos resignados al carro de la crisis mundial que es nuestra crisis.

Si los hoteles no se llenan, tendrán que bajar los precios; y si las playas se atestan de familias y gente famélica de euros, quitar los chiringuitos es quitarle endorfinas a la vida y que nos dejen sin espetos de sardinas mientras tomamos un baño. El glamour del traje y el restaurante, queda muy bien de noche, pero durante el día, el ciudadano que no es político -ni ministra de cuota- sino padre de familia mileurista, quiere chiringuitos. Hay algunos diseñadores del organigrama ruidoso del ventilador, que prefiere ventilarse un buen marisco en restaurante de 5 estrellas y marear la perdiz del chiringuito cuando no la marean con los equipos de fútbol.
-Menos circo mediático, y más pan a pie de playa-.

Y todo el tinglado sin romperse un dedo y sin pensar. Porque si piensan, existen; y eso es algo que se permite el poder cuando está en la sombra y nuestros políticos fallan.



ROSA MARÍA VERA



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