miércoles, 25 de mayo de 2011

MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO




MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

El estómago se revuelve como una coctelera a punto de servir en una mesa improvisada. Mejunjes, líquidos varios, el revoltijo de comida dando vueltas en un tren infernal hasta llegar a la estación del dolor. Es el tam tam de una improvisada guerra que se clava como un puñal en el pecho y deseas morir de otra manera y no con ése pálpito lento y ansioso de la incertidumbre. La pasión que gira en torno a un ser y da vueltas aumentando su velocidad porque idealizamos la cumbre y sólo podemos alcanzarla en nuestra mente. Conciencia deslucida por la pasión, alterada por la dicha instantánea de una imaginación desbordada.

Es la peonza de la ilusión, el desafío de vivir con alguien que se escapa porque no puedes amarrarlo aún sin tenerlo, y porque el peligro reside en la posesión y el deseo que fluye en la rebeldía. Amas intensamente, como el ciego que ama la puesta de sol y la lluvia que corre por sus mejillas, y la siente, aún sin verla y tocarla, porque es el sentir que vuela cual mariposa transparente, hermosa y fúlgida a la luz. Princesa del aire, encandilada mariposa que no puedes ocultar porque es rápida y fugaz, y entra por las pupilas hacia dentro donde el espíritu ruboriza el infinito de tu corazón.

Noche parda de gatos en tu memoria, de colinas serpenteantes, de olor a río y mosquitos, de techo de chapa con amantes abrazados y el maullido a la luna del celo. Luciérnaga de brillo, y lentitud de las horas porque el tiempo se vuelve brutal, golpea inmisericorde, con el viento en contra, mientras el péndulo gira y sube por la garganta, y contraes los músculos y los ojos se agrandan, y miras lejos siempre lejos hacia el horizonte que no consigues dibujar. Y te rebelas como un náufrago, y no quieres sentir el destello amoroso cuando la noche cae y tu cuarto es una cúpula abovedada de estrellas negras.

Es el sendero imposible, la cuna maldita, el empuje vital que no llega a emerger del destino amargo; la frustración, el deseo inalcanzable que cimbrea tu cuerpo hasta sacarlo a flote como la madera del barco mecido a la deriva. Quieres morir pero no mueres, vives aún viviendo con el choque de la espada que atraviesa el límite de tu pecho, del orgullo, piel soberbia, sin que mane sangre, aunque sientas que la pena se escapa gota a gota. La fuente de agua intrépida, el remolino; y quieres sucumbir otra vez, porque en realidad estás viva, demasiado, queriendo disiparte en la bruma enajenada del olvido que no puedes.

Y luchas contra ti, siendo tu principal enemigo; y sufres mientras devoran y te aniquilan sin desfallecer, ése espíritu que no consigues apaciguar. Tenues y fuertes, arco iris de luces y sombras, dolorosas mariposas en el estómago, guerrilleras del amor sensible que no puedes apartar para siempre sin morir.


ROSA MARÍA VERA

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