lunes, 29 de abril de 2019

MORIR MATANDO





MORIR MATANDO

   A la derecha española le ha faltado sincronización a la hora de presentarse a las elecciones. El enemigo lo tienen dentro y todavía no se han percatado hasta que el fracaso electoral los arrincona frente al espejo, al Hades. Juntos han querido morir matando, pero a sí mismos, y ese problema es un lastre que se lo tienen que hacer mirar. Como decía Miguel Hernández “quiero mirar la tierra hasta encontrarte / y besarte la noble calavera”. Y la tierra de España se tiñó de rojo sangre y de lágrimas, mientras el azul del mar se diluía en la arena de la muerte.

   Una muerte prematura para el líder del PP, al que dejaron una herencia nefasta. Mariano Rajoy fue su hacha destructora porque no supo dimitir a tiempo y su soberbia le está costando el puesto a un acólito inexperto aunque no le falte voluntad. Vox es punto y aparte en el trifachito, apodo que usaba el enemigo frente a las tres coaliciones, porque Vox sólo mira hacia dentro y a un futuro que no quiere compartir ni con Ciudadanos ni con el PP.

   Su líder Santiago Abascal no duda en mencionar a la “derechita cobarde”. Se montó en su caballo como un Cid Campeador queriendo batir el problema del Prusés desde la atalaya de las redes sociales. Su bandera no le ha servido para recaudar votos y conseguir una oposición válida dentro del organigrama de su proyecto defendiendo una España de ruedos y cacería nacional.

   Pedro Sánchez supo articular muy bien su discurso en los debates por televisión, manteniendo un perfil bajo y sin mencionar el problema catalán porque estaba vetado. Ahora dice que quiere gobernar solo, se siente fuerte aún sin mayoría absoluta porque se sabe deseado como una novia adinerada frente a una pléyade de pretendientes interesados.

   Pablo Iglesias le tira los tejos, Rivera no quiere saber nada, pero el enemigo catalán está en la sombra moviendo los hilos para sustentarlo en el poder y mantener alianzas que desarticulen la Constitución y enarbole el país hacia un Estado federal. De ahí sus ataques a la Monarquía y su golpe al corazón de la unidad territorial el 1 de Octubre.

   Pedro Sánchez no tuvo ningún escrúpulo en hacerse con el poder aupado por el nacionalismo catalán tras la moción de censura a Mariano Rajoy; y ahora triunfador en estas elecciones, tampoco tendrá ningún temor a mantener alianzas que le auguren un asentamiento político a perpetuidad. Al menos, hasta que pasen cuatro años y la ciudadanía se contente con las migajas que propone la izquierda. El victimismo de Sánchez y sus salidas de apoyo a un feminismo de salón, le han hecho valedor frente a una derecha confundida y atemorizada ante un partido que le ha hecho el caldo gordo a la izquierda.

   Vox no ha triunfado, pero ha herido de muerte a sus enemigos más próximos que son el centro derecha. Un centro que ha recibido el líder de Ciudadanos como un regalo, porque Casado sigue outsider antes y después de la catástrofe. Después de la pérdida de 71 escaños está sentado encima de un volcán, y sólo falta que no muera en el envite y que Sánchez no se ría como una hiena ante unos políticos de derecha que quieren morir matando.

“Me quiero despedir de tanta pena/ cultivar los barbechos del olvido/ y si no hacerme polvo hacerme arena”.

   La tortura continúa hasta que la muerte sea más llevadera. 


ROSA MARÍA VERA

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