martes, 16 de abril de 2019

ARDE LA CRISTIANDAD





ARDE LA CRISTIANDAD


   Ayer 15 de abril ardió un símbolo de Occidente. La cristiandad está de luto, y Paris una de las ciudades más hermosas de Europa llora la profanación de su catedral más emblemática. Sufrir es una debilidad cuando puede impedirse, pero los franceses no han podido impedir un desastre y se han echado a la calle con cánticos y velas, con el dolor y la pena que todos los cristianos la hacemos nuestra porque el fuego también arde en nuestro interior. 

   La sangre no ha corrido sobre el asfalto, pero somos víctimas de una confabulación que se lleva gestando desde hace años. Un caballo de Troya que es la islamización de todos los países democráticos que componen la Unión Europea. No es casual este golpe al corazón de Francia, al talón de Aquiles de Europa. Tanto la policía como la jerarquía eclesiástica guardan silencio porque más de una docena de iglesias han sido profanadas en los últimos siete días. En Nimes, cerca de la frontera con España, en la iglesia “Nuestra Señora de los Niños” unos desconocidos pintaron una cruz con excrementos humanos, saquearon el altar mayor, el Sagrario, y robaron las hostias.

   Yo no creo en las casualidades cuando hay hechos que demuestran lo contrario. Aún así, las autoridades francesas priorizan la hipótesis de un origen accidental del incendio por las tareas de reforma y rehabilitación en el interior del edificio. Según el secretario de Estado francés de interior, Laurent Nuñez, el salvamento de la catedral de Notre-Dame se jugó en un cuarto de hora o en media hora. Y el fiscal general de París, Remy Heitz, insiste en que no hay ningún indicio de que el fuego haya sido intencionado.

   Hay más de 50 investigadores y los bomberos continúan rociando con agua en la mañana de este martes las ruinas de Notre-Dame, una catedral gótica ubicada en el corazón de París. Pero la duda persiste y los escépticos afirman lo contrario de esta corrección política por parte de las élites francesas. No interesa una ruptura entre la población civil y la comunidad islámica. Hay demasiados intereses creados y Francia ha sido la mejor amiga del mundo árabe, su mejor aval. De ahí, la riada humana de inmigrantes que viven en suelo francés. De ahí la continua islamización de países como Suecia, que admiten el hiyab en sus escuelas, y los sucesos violentos que arrasan su territorio.  

   Son casos aislados dicen los cronistas, pero el desastre se veía venir porque todos sabemos que hay persecución cristiana en países donde impera el Islam, y han asesinado a sacerdotes que cumplían una labor encomiable. La cristiandad está en peligro, y en España el actual presidente en funciones felicita a los musulmanes en su Pascua olvidando nuestra Semana Santa. Quitan los crucifijos en las escuelas, y algunos se ofenden ante nuestra gastronomía y pretenden que haya una comida especial en los colegios para quiénes profesan una religión que está minando nuestras raíces cristianas.

   Occidente está en peligro, y no es necesario volver a las cruzadas, pero sí poner límites al flujo migratorio. Sí hacernos valer como europeos sin dejar que nos invadan con el caballo de Troya más peligroso: el dinero, y la inteligencia de infiltrarse en todos los ámbitos de poder.


ROSA MARÍA VERA


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