lunes, 23 de febrero de 2015

PODEMOS




PODEMOS

   
   Podemos se ha erigido como el salvador de España, el nuevo Mesías que viene a ponerle las cosas claras a la “casta” de este país remendando los agujeros negros de la economía. Quién se lo crea, quién piense que regresar a los fraudulentos años de la burbuja inmobiliaria dando un pelotazo desde las administraciones públicas es efectivo, es que prima la ilusión ante un buen discurso. 


   No hay que trivializar el liderazgo de Pablo Iglesias, ni su verborrea efectista, pero el líder está rodeado de una nefasta pléyade de ineptos y oscuros colaboradores. Si Monedero cobra sueldos millonarios por asesorar desde el otro lado del charco, aquí no puede dar lecciones de ética ni emitir el tic tac de una bomba de relojería. El Chavismo se ha integrado en su discurso por mucho que maquille el fondo, cuando las formas despiden un olor insano a burda imitación.


   Esta nueva coalición tan venerada por quienes creen en un nuevo mayo del 68, promueve la reducción de la jornada laboral a 35 horas, el aumento del salario mínimo y el incremento de las cotizaciones sociales. Todo esto está muy bien si fuese factible y no aumentara el coste de contratación de los trabajadores en paro. No pueden vendernos humo cuando el fuego sigue con los rescoldos de la crisis y hay que remontar para no caer en un abismo diabólico.

   
   El reloj de Podemos marca las horas con un tic tac desproporcionado a las expectativas de sus votantes. Si algunos son tan ingenuos como para pensar que eliminando las empresas privadas y teniendo un Estado controlador, España vuela a nivel europeo, es que la jerga de Iglesias y sus acólitos convence a una población humillada por el paro, los desahucios, y la miseria. El hastío de ciudadanos que son los presumibles votantes de Podemos.


   Este intervencionismo estatal sólo genera una subida de impuestos, un endeudamiento público y una ruptura emocional que anula la capacidad de ahorro de los españoles, de por sí esquilmada. Pero que no nos estigmaticen con sueños y engaños sobre un pueblo que ni es ignorante ni tonto, como pretenden. Su hipertrofia intelectual se enmascara con un discurso político de salvapatrias. El peligro es que su caballo de Troya capta adeptos donde la marginación brota.


ROSA MARÍA VERA

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