ÉBOLA
Sólo nos acordamos de
África cuando la muerte ronda sobre nuestras cabezas y danzamos como malditos
tras el fracaso de un protocolo sanitario. Atrás quedaron los
enfrentamientos entre hutus y tutsis, la desaparición de niñas o las guerras
sangrientas entre tribus. Liberia es el principal foco de esta terrible
enfermedad y España no ha sabido gestionar la repatriación de enfermos. ¿Pero
acaso era necesario traer el virus cuando con los recortes apenas si hay
dinero para trajes de protección?
Pero eso sí, había que
salvar a Excálibur de ser sacrificado porque el perro era el símbolo del bien
venciendo al mal y de un liberalismo bonachón. Esto es la España profunda de una política inepta y de un sistema
que repatría epidemias sin saber el alcance del problema. Los daños colaterales
se lo achacan a una víctima humana, la auxiliar de enfermería, y si Excálibur
se salva del ébola todos contentos porque al menos algo funciona en este país.
Somos unos perroflautas,
unos cantamañas y queremos que el progreso signifique enterrar a nuestros muertos
con dignidad en suelo patrio, sin tener en cuenta la extensión del virus. Porque
saber con exactitud cómo se produce el contagio, no se sabe, aunque intenten
convencernos de que todo está controlado y que respirando el mismo aire, o
tocando a un enfermo no es suficiente para contraer la enfermedad.
Al menos Europa y EE.UU se
han dado cuenta de que hay que combatir la raíz del problema en el continente
de origen. África es la cuna de la existencia, el granero de la supervivencia
mundial, y por ahora este granero está ardiendo y a punto de explotar. Quieren
que nos lo tomemos con calma y aceptemos que no existe riesgo de epidemia en
España. ¿Y nuestros padres de la Patria no pensaron en los riesgos de recortar
una Sanidad de por sí tercermundista?
Eso sí, si sacrificamos a
Excálibur la conciencia nacional estará tranquila de que el perro no habrá
muerto en vano. Aunque sigan desapareciendo niñas, se desangre un continente, y
nosotros recemos a Santa Bárbara ahora que truena el Ébola. Si no es por el
virus, a África que le den, y que el pulmón del mundo se vaya a freírse en su
propio caldero.
Es lo que hay cuando a uno
le tocan lo suyo, el perro, y la supervivencia de nuestro trasero expuesto al
aire ignominioso de las críticas.
ROSA
MARÍA VERA
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