jueves, 13 de marzo de 2014

LA TIENDA SUMERGIDA





LA TIENDA SUMERGIDA

   
   España es una gran tienda sumergida dónde la mitad de los empleados se asoman al mostrador por unas horas cotizadas en su contrato de trabajo, cuando realmente trabajan el doble de lo estipulado en los papeles. La economía bajo el agua aumenta durante la temporada veraniega. Los hoteles reciben el grueso de turistas ávidos de sol, marcados al fuego como cangrejos marinos y los comercios alargan su apertura ante la nueva clientela dispuesta para el consumo de suvenir.


   Con el euro disparado y la disminución de clientes atestando nuestras orillas, las empresas no dudan en contratar mano de obra barata aunque el esfuerzo humano derive en horas extras impagadas. La oferta de empleo ambulante ameniza una ciudad que sobrevive como una noria: cuando unos suben al carricoche, otros se están bajando para sumarse a la lista del paro.


   La escasa diversidad de empleo genera una lista más larga que la ‘lista Schindler’. Y es que controlar a los empresarios es obra de las administraciones. ¿Pero quién controla a los controladores? El aumento de impuestos y la escasa infraestructura de la ciudad generan un confeti navideño. Hay que tirar de la lista de contratación a tiempo parcial para subsistir en arenas movedizas como son la hostelería y los comercios que salpican nuestra ciudad sobreviviendo a la vorágine de las grandes superficies. La tendencia de la Administración hacia una mayor flexibilidad en los contratos a media jornada, permite el descenso en las colas del INEM para sellar la tarjeta de desempleo.


   Las mujeres y los jóvenes componen un colectivo de beneficiados por la vista gorda de la Inspección de trabajo. Y es que la gran Tienda sumergida está compuesta por muchas personas que no dudan en sacrificar horas cotizadas, ‘al vuelo’ de quedarse sin empleo, por euros a fin de mes.


   El trabajo es un bien tan escaso como el agua. De ahí que estemos siempre con la ‘letra al cuello’ si no sabemos nadar y guardar la ropa. El medio ambiente se tambalea más agujereado que una ducha y el agua se encarece más que el petróleo. Los países árabes intercambian oro negro por plata potable. Y es que el resurgir de la vida siempre está en la humedad ambiental. La economía sumergida subsiste precisamente por eso. Necesitamos sobrevivir bajo el agua o entre dos aguas aunque tengamos que sacar la cabeza fuera para tomar oxígeno. Sólo el tiempo justo para respirar y volver otra vez a la profundidad marina del esfuerzo cotidiano.



ROSA MARÍA VERA

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