jueves, 25 de abril de 2013

JUECES Y VERDUGOS



JUECES Y VERDUGOS

 

De repente nos ha picado la moscarda por convertirnos en jueces y verdugos. Así se deja entrever cuando se habla de Ortega Cano y su injusta condena. Cuentan sus canas, su teñido de pelo o sus diferencias familiares. Alardean de conocer informes periciales, testigos ocultos y gente que dirime la vida de una persona con la amabilidad de cortarle el pescuezo a una gallina.

Entran ganas de vomitar porque España no da para más. Día sí y otro también la televisión imparte justicia, y la audiencia aplaude con devoción cuando se guillotina a las cabezas más famosas de este país. Ya no esperamos la ley, la sentencia del tribunal, o la bondad de la duda.

Aquí se desgarra, se destroza sin compasión, y el honor pertenece a un pasado ambiguo y clasista. Es la pobreza intelectual de un país que cuenta con más de seis millones de parados, y que prefiere lapidar al prójimo antes que llorar por sí mismo.

No rompo una lanza a favor de Ortega Cano, sino por todo aquel que se ve involucrado en una desgracia y sufre el exterminio físico y emocional de una sociedad que permite la tortura. La tortura de fisgonear, charlatanear y nombrar los desvaríos, infortunios, suspiros, vicios, y pecados de alguien que tendrá que pagar por su delito.

Aquí se pisotean derechos persiguiendo la verdad, sin saber dónde está el límite de la cordura. Vivimos para retozar en el tormento en lugar de recoger velas hasta que amaine el vendaval. Anda y camina la lujuria, esa que lanza cuchillos al aire contra dianas dolorosas para que la sangre corra y calme la sed de venganza.

Detesto ser el juez de un condenado, y cuando la Justicia se pronuncie, que se cumpla la sentencia sin que el pueblo rezume su odio contra un muro de papel.



ROSA MARÍA VERA

No hay comentarios:

Publicar un comentario