UNA VAGA ILUSIÓN
“La princesa está triste, qué tendrá la princesa… los suspiros se escapan de su boca de fresa”.
La Infanta Cristina hace tiempo que perdió su sonrisa. Todavía no se sabe si el caso Nóos es el causante de tan amargo trauma, o su estirado esposo desprende un aura que la incomoda. El juez Castro, paladín de la Justicia, ante los claros indicios de tráfico de influencias imputó a la infanta, pero en horas ha retirado la imputación, quizás por la presión mediática, mala, muy mala, o porque las pruebas no son concluyentes: una fumata negra en la hoguera del socio de Urdangarín.
Pero lo que está claro es que ahora la crítica actuación del Juez se podía denominar como la más breve imputación de una heredera en la línea de sucesión al trono de España. O bien llamarse a su auto Cristina la breve.
La fiscalía anticorrupción ha sido el príncipe que ha besado a la infanta despertándola de su mal sueño. Ya no tiene que declarar como imputada, ni pasar por el bochorno del paseíllo ante la prensa y la ciudadanía, porque no ve indicios de delito. Sólo una mala interpretación de un juez que creyó en una utopía, un ideal inalcanzable.
Si hubo nuevos correos electrónicos de Diego Torres al yernísimo o viceversa que verifiquen la implicación de la Infanta en la trama de corrupción del caso Nóos o Aizoon, titular del 50% de la sociedad, eso es mera suposición y no demuestra absolutamente nada. El fiscal anticorrupción lo ve más claro que Rappel y su clarividencia es digna de encomio.
Sólo falta que la célebre tonadillera Isabel Pantoja no se acoja a la escrupulosa actuación del fiscal anticorrupción y exija la misma actitud modélica. Máxime, cuando no han mediado correos electrónicos con el ex alcalde de Marbella ni ella es licenciada en económicas.
Porque aquí se crea Jurisprudencia: aunque los cónyuges vivan juntos, sus intereses duermen por separado. Una justicia impecable… que no implacable.
"La libélula vaga de una vaga ilusión"
ROSA MARÍA VERA
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