martes, 8 de enero de 2013

CABALGATA MORTAL




CABALGATA MORTAL


Los Reyes Magos han traído este año carbón a nuestra ciudad. La cabalgata se ha cobrado una víctima de seis años, un niño con la ilusión pintada en el rostro y el deseo infantil de coger un caramelo. Nada más cruel en un día tan señalado que ver la inocencia truncada por un torbellino de nefastas circunstancias; noche negra en la antesala de juguetes y regalos, de dicha y felicidad ahora transformada en pena y desesperación.

Los ungüentos para el dolor dejan muchos interrogantes en el aire: si urge la necesidad de poner vallas en las calles y faldones que acoracen las ruedas, o reforzar la seguridad rodeando la cabalgata. Pero el destino sigue su curso y el Consistorio sus pesquisas para aclarar los hechos y dejar inmaculada la protección ciudadana.

El alcalde tuvo que tomar una decisión difícil y traumática: que siguiera el desfile procesional de carricoches y farándula, a sabiendas de que su desenlace sería amargo y polémico. Los nervios y la presión le jugaron una mala pasada y habló de “accidente inevitable” cuando en realidad fue una tragedia insuperable e imprevista.

Tuvo que gobernar, y lo hizo, aunque ya los días se sucedan con un caleidoscopio de sombras y la ciudad siga de luto. El crespón negro ondea en el aire y las lágrimas desvelan los corazones de los malagueños. El sábado de reyes nunca será fácil de olvidar y nosotros, niños todavía, lloramos la pérdida de nuestra infancia, de una infancia desaparecida a una edad temprana bajo las ruedas de una cabalgata mortal.

Ahora hay que seguir luchando. Que la muerte de un niño no haya sido en vano; que no aceptemos la derrota de un fatídico día, y el Espíritu de la Navidad vuelva a sonreír.

La estrella del Cielo debe guiar con su luz esta dura travesía.



ROSA MARÍA VERA