domingo, 3 de abril de 2011

EL PRÍNCIPE Y LA RANA





EL PRÍNCIPE Y LA RANA

A nadie sorprende que el príncipe Zapatero croe como una rana, porque ahora sólo cuenta con una bella damisela o algún correligionario que opte por darle el beso de la muerte. Aunque a decir verdad su cadáver exquisito hace tiempo que estaba en plena descomposición y el hedor llegaba desde las cloacas del partido.

Entiendo perfectamente su blindaje de no querer arrojar la toalla hasta las elecciones del 2012, pero ya no comprendo muy bien cómo sus propios compañeros podrán aguantarlo sin ponerse una pinza en la nariz. Que sobre la tumba vengan alabanzas de Pepe Blanco, Rubalcaba y compañía sobre sus virtudes como gobernante, ya de por sí hablan del difunto. O por definirlo finamente: ya lo han incinerado y el botafumeiro del sucesor no es plato de gusto para quién fue paladín del surrealismo mas catastrófico de toda la democracia.

Zapatero se equivocó de profesión y debería haber sido un cantautor o un cuentista. Su flauta siempre desafinó en los momentos claves, pero las ratas se iban tras él porque les prometió el oro de la morería, (con su alianza de civilizaciones) y el paraíso perdido de las reformas económicas. Un desastre claro, porque el gafe del ex presidente Rodríguez Zapatero no tiene parangón y todo lo que toca lo convierte en piedra.

Y ahora incumbe a la oposición, y a Mariano Rajoy, dejarse de gaitas y desprenderse del olor a podrido del cadáver. Porque me huele a chamusquina de que andan todos como zombis y con el síndrome del quemado. Y ni que decir tiene que la patata caliente de las primarias no descubrirá nada nuevo en el panorama político.

Ya no es cuestión de hacer leña del árbol caído porque hace tiempo que se desplomó con los 5 millones de parados, y porque al ex líder del PSOE ya mismo no lo saludan ni los gatos de la Moncloa. Y mucho me temo que ha sido una marioneta de sí mismo y de los titiriteros que han estrujado su estulticia hasta límites insospechados...

La crisis marcará un antes y un después de su muerte, porque la maldición de su sombra recaerá sobre el próximo que tome las riendas de un partido defenestrado y sin rumbo. Y no será ningún chollo, porque por mucho que revienten las encuestas tendrá que encomendarse a la baraka y a la lámpara mágica de Alí Babá y los 40 ladrones. Porque ése es el problema, que en nuestro país hay demasiadas cuevas subterráneas y paraísos fiscales con el dinero de los contribuyentes.

Un necio despilfarro que nos ha llevado a la ruina y a la verdad incómoda de un gobierno que se ha reído hasta morir, mientras las hienas despedazaban a los pobres ciudadanos.


ROSA MARÍA VERA

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