viernes, 11 de septiembre de 2009

CUBETAS DE BASURA




CUBETAS DE BASURA

Veo a gente bien vestida rebuscar en el interior de las cubetas de basura. Inspeccionan la ropa usada, el tetrabrik de zumo, y los yogures caducados. Vislumbro ansiedad en sus caras y siento que la pobreza llega a las familias de la clase media mostrando su cariz más amargo. Así vive la España próspera que nos prometió el presidente Zapatero.

La gripe A mata, pero el hambre es aún más persistente a la hora de cobrarse vidas humanas. No poblamos un país tercermundista, y ya disminuye la afluencia de pateras, ¡somos Europa!, y entonces, ¿porqué el paro crece de manera estrepitosa, y los desempleados tienen que buscarse el alimento de forma tan humillante?

No me convencen las palabras de la vicepresidenta económica Elena Salgado. No convencen a la inmensa mayoría. No hay que hacer tantos sacrificios si la política del gobierno practica el agujero negro de la capa de nuestros bolsillos. Si hay que aumentar los impuestos indirectos, el IVA, y los empresarios tienen que acoquinar más todavía y pagar; si las familias cobran el sueldo justo y encima se les exige que sean indulgentes y se acomoden a la crisis; si sube el alcohol, el tabaco, los hidrocarburos, y la deducción de los 400 euros sobre el IRPF junto al cheque bebé de los 2.500 euros fue un suflé propagandístico y ya no es significativo, según el portavoz del gobierno, José Antonio Alonso, ¿quién demonios dirige el timón del barco?

El pueblo quiere pan y no un espectáculo circense; y no le gusta rebuscar comida entre las cubetas de la basura. No le gusta que ajusten su cinturón cuando las autonomías gastan alegremente en embajadas o proyectos que sólo sirven para crear una profunda escisión entre ricos y pobres. Todavía no somos una república bananera castrista o chavista, pero si miro en los contenedores de las barriadas, la gente recoge todo lo servible y que se pueda vender; recicla y recicla; e incluso la clase más pudiente y acomodada se come los yogures caducados por tal de ahorrar.

Y eso es preocupante. Preocupa que haya pobreza real y pobreza psicológica. Y es ésta pobreza, la psicológica, la más grave porque insiste en las mentes más débiles, y machaca sobre la necesidad de que no hay que gastar y es necesario guardar para lo peor.

Que reflexione el gobierno y pregunte porqué hay tanta psicosis. Que se busque un augur económico que sea eficiente, y no nos sople al oído que mañana los yogures nos costarán más, y encima no tendremos la posibilidad de comerlos caducados.


ROSA MARÍA VERA

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