CUENTO DE NAVIDAD
Llega la Navidad y qué
magnífico cuento sería vivirla desde el sosiego de un estado de bienestar
saludable. La tercera edad no es ninguna
lacra, no es sinónimo de marginación o soledad si sabemos encontrar los medios
adecuados para adaptarnos al entorno. A los más afortunados les llegará la
hora de superar la barrera de la madurez y adaptarse a las nuevas tecnologías
en beneficio propio. Hay que encontrar soluciones para recuperar la autoestima,
fomentar la autonomía personal, y mejorar la calidad de vida de personas con
disfunciones físicas, intelectuales y cognitivas.
El
acceso a Internet ofrece no sólo información, sino la posibilidad de
comunicarse con usuarios afines en la red, favoreciendo la
interacción social, la asertividad, y las relaciones sociales sin tener que
superar barreras de inaccesibilidad. Barreras arquitectónicas en la misma
vivienda que podemos subsanar con una moderna domótica: electrodomésticos
adaptados, camas articuladas y grúas, apertura automática de puertas, sistema
de avisos sonoros y visuales, controles por voz, y un largo etcétera de
complementos para la integración del usuario en un ambiente confortable.
La
vejez no tiene porqué ser solitaria, la jubilación no comporta aislamiento si contamos con asociaciones y fundaciones donde
compartir experiencias y luchar por derechos legítimos. Si pertenecemos a
ese lobby de intereses comunes y empatía para conseguir apoyo legal, asesoramiento
y orientación sobre recursos económicos, y diseño de actividades de ocio y
tiempo libre.
“La juventud es el tiempo
de estudiar la sabiduría, y la vejez de practicarla”, dijo Rousseau.
Vivir, y vivir dignamente es el objetivo
prioritario de cualquier edad. Y la
Navidad llega con campanas de ilusión, con una ciudad engalanada y unos Reyes
Magos que distribuyen regalos. Y qué mejor regalo que ese cuento de Navidad que
habla de luz, luz y alegría para
disfrutar de esos momentos inolvidables que nos da la experiencia de los años.
ROSA
MARÍA VERA
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