miércoles, 22 de febrero de 2012

MÁS QUE POBRES



MÁS QUE POBRES


La mitad de la población mundial -3.500 millones de personas- está condenada a la pobreza. Un desastre humano donde 10 millones de niños mueren antes de llegar a los 5 años de vida. Cáritas advierte que en España es más intensa y crónica que nunca y que la brecha salarial entre ricos y pobres amenaza con polarizar la sociedad.

El poder del dinero quita y pone gobiernos, destruye países y envía cohetes al Espacio, pero no hace nada por erradicar la miseria. No interesa que el reparto de alimentos sea equitativo; da igual si los más débiles del planeta se mueren de inanición; o si la hecatombe económica favorece a unos pocos privilegiados en detrimento de generaciones venideras.

Porque si no hay futuro para nuestros jóvenes, si nos cargamos la materia prima talando árboles, arrasando tierras, contaminando el ambiente y destruyendo el planeta, y encima hay gobernantes esclavizados y humillados al poder del dinero, importándoles una higa el mañana porque ellos no estarán, seremos más que pobres si es que seguimos existiendo en esta tierra de irreverentes apandadores.

Ya no hace falta visionar imágenes de niños hambrientos, languidecidos y recubiertos de moscas y mocos, porque el hambre está a la vuelta de la esquina. Entre paisanos españoles que rebuscan en contenedores de basura y escarban para encontrar algo que vender y comer. Volvemos la cabeza porque nos avergonzamos, porque detestamos todo lo que sea feo y desagradable a nuestra vista, porque nos han educado con el mantra del éxito y no del fracaso, y porque no soportamos vernos a través del espejo. De un espejo que demuestra nuestra propia fragilidad e impotencia.

Se abomina de la vejez igual que de la peste; no queremos insistir en la enfermedad porque nos causa pavor; y la pobreza es un mal endémico que afrontamos con normalidad como si fuese la visita de un vecino coñazo. No queremos saber, pero sabemos, e intentamos desterrar de nuestra vida toda podredumbre que pueda empañar nuestra hipotética paz interior.

Aquí en España no estamos libres de disturbios, pero todavía no he visto nunca manifestarse a los más pobres. Nunca he visto gritar, ni exigir derechos a quiénes viven bajo los puentes, duermen entre cartones, y rebuscan entre cubos de basura y montones de chatarra.

A ellos no se les escucha, ni les invitan a reuniones o manifestaciones públicas, ni idolatran como auténticos supervivientes. Son pobres, más que pobres, y no están solos porque son mayoría.

ROSA MARÍA VERA

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