lunes, 12 de septiembre de 2011

LA BODA DEL AÑO




LA BODA DEL AÑO
 
El 3 de septiembre (día de mi cumpleaños) asistí a la boda más emotiva y hermosa de mi vida. En la finca La Tosca se unían en matrimonio dos hombres entrañables y enamorados, Rafa y José Carlos, en una ceremonia oficiada por el alcalde Ponce del municipio de la Axarquia malagueña del Borge.

El jefe del Consistorio dijo unas palabras recitando un maravilloso poema; también habló Ismael, hijo de José Carlos, fruto de su anterior matrimonio con una mujer, deleitándonos con un discurso de apoyo incondicional y camaradería hacia su padre. Pero sin ninguna duda el mejor regalo para los novios fueron las palabras de Álvaro, hermano de Rafa, que hizo llorar a un público entregado y atento por la humildad y delicadeza con que trató a su hermano mayor.

Hubo luz, magia y una espectacular puesta en escena donde se cuidó hasta el más nimio detalle. Desde una alfombra roja de 50 metros por donde desfilamos los comensales, hasta una maravillosa orquesta de violines y un chelo bajo palio floral, desprendiendo una armonía sonora envidiada incluso por las aves.

Impresionaron los protagonistas -los novios-, y todos coincidían en la madurez de una decisión meditada desde el sufrimiento y la valentía ante una sociedad todavía reacia a la aceptación de una celebración homosexual.

Poco importa ya el nombre o apelativo que quiera darse a una unión civil entre dos seres que se aman. Y ya resulta rancio discutir sobre la parafernalia oficial de una comunión tanto física como espiritual, porque jamás había contemplado tanta compenetración, amor y complicidad entre dos jóvenes que se daban el sí quiero poniéndose el mundo por montera.

A nadie importó que la boda fuese gay, que hubiera dos madrinas, o que dos hombres se besaran tras finalizar la ceremonia, porque la naturalidad fue la nota predominante y el cariño de los invitados hacia los contrayentes era mutuo.

Enhorabuena Rafa y José Carlos, ambos me habéis hecho sentir y palpitar, soñar y reconocer que el amor existe más allá de un gesto o una firma.


ROSA MARÍA VERA

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