sábado, 25 de diciembre de 2010

CUENTO DE NAVIDAD




Consuelo tiene 94 años. Ha vivido la república, la guerra civil, la dictadura y la democracia. En 1937 la encarcelaron en Málaga y estuvo seis años presa sin saber muy bien qué delito había cometido. Desde la vieja cárcel, acordándose de su madre mientras la pena derramaba lágrimas coloreando un rostro humillado por la indignación, escribió una emotiva carta.

“Querida madre del alma cuánto sufro en la prisión al pensar en tu cariño y en mis hermanos de corazón. No me atormentan las penas ni torturas en prisión, sólo al pensar en ustedes que padecen con dolor. 20 años tengo firmados, y no sé si los cumpliré, al pensarlo me horrorizo de pena porque creo que moriré.

Si por desgracia yo muero sin estar a vuestro lado, no dejéis de recordad, que siempre estuve pensando. Pensando en vuestro cariño, cariño tan verdadero, y al recordarlo mamita, yo lloro con desconsuelo.

No sufras madre querida que pronto estaré a su lado, y pagaré con caricias sus desvelos y cuidados”.

Hoy Consuelo está bien atendida en un centro de mayores sin faltarle el cariño de sus hijos y nietos. Perspicaz y observadora hasta el paroxismo, ejercita la memoria recitando chascarrillos y poesías que deleitan a sus compañeras. Anda despacio pero su inteligencia corre más deprisa, armada de su bastón y con una vitalidad arrolladora que le abre el apetito, se predispone para llegar al 2011 lúcida y líder de sí misma.

Consuelo habla, ríe con desparpajo y suelta algún exabrupto divertido. Y es que la paz de espíritu reflejada en el agua de su alma, baila al son feliz de aquellos protegidos por los Ángeles.


ROSA MARÍA VERA

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