lunes, 15 de febrero de 2010

लोस GOYA



LOS GOYA


Gran presentación tuvo este año la gala de los premios Goya. Un impecable Andreu Buenafuente -en su mejor estilo- hizo a la perfección de maestro de ceremonias, siendo irónico y mordaz, elegante y breve al desplegar un inteligente humor sin caer en el disparate. Magnífico discurso el de Alex de la Iglesia, -director de la academia de cine-, y es obvio admitir que incluso la emoción de la ceremonia pudo a la sonrisa. Emoción y lágrimas de ver al magnífico Antonio Mercero aquejado de Alzheimer recibir su Goya honorífico; y lágrimas por los inconmensurables actores de celda 211 recibiendo su merecidísimo premio. Como bien dijo su director, Daniel Monzón, sería necesario romper el Goya en trocitos para repartirlos entre todos sus protagonistas.

Hace dos meses que vi la película, celda 211, y le pronostiqué a un amigo que sería la gran triunfadora de los premios Goya, superando a Ágora, que es más bien una superproducción norteamericana. El motín de la prisión no deja indiferente a nadie, así como la mágica interpretación de Luís Tosar, -malamadre- y de Alberto Amman como el funcionario preso. Me impactó la fuerza dramática de Luís Tosar, y la frágil ternura de su compañero de reparto. Ambos se complementan a la perfección, y se funden, intercambiándose los papeles y transformando a malamadre en tierno y cómplice colega del sufrimiento de su amigo, y a un débil funcionario de prisiones en feroz depredador de la situación.

Detrás de unos actores siempre tiene que haber un buen guión, y celda 211 reúne todos los requisitos para ser la película del año. La cárcel es el gran teatro de la vida, donde los buenos son malos, y los malos tienen que sobrevivir en una jungla donde la ley de la fuerza se impone. Pero lo que más me asombró de la gala fue la enorme expectación que causó la entrada de Pedro Almodóvar. Que Almodóvar asista o no al acto, no creo que sea de tanto relieve como para poner a la sala en pie y que todos se inclinen ante su ombligo.

Estupefacta y atónita sigo todavía; y es que a veces en el cine, sólo desprende glamour la falsa pirotecnia de los efectos especiales.


ROSA MARÍA VERA

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