miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL DISCURSO DEL REY



EL DISCURSO DEL REY


El discurso de su Majestad el Rey Don Juan Carlos no ha dejado indiferente a nadie. Serio y circunspecto, el rey marcó su territorio alejándose de cualquier distorsión de la realidad y acercándose aún más al pueblo. Su referencia a una justicia igual para todos implica que la Corona sublima el respeto a España y a la Institución que representa. Y por ello me siento orgullosa del monarca y de vivir en un país representado por la figura de nuestro rey.

Nunca hasta entonces su discurso ha marcado una directriz tan clara y contundente. A pesar de la crisis económica y por esta situación de monumental descalabro, no vale andar con paños calientes ni obviar la responsabilidad de un personaje público -el yernísimo- que vive a costa de nuestro presupuesto y que encima nos considera unos incautos. Unos ingresos que el ex miembro de la familia real consideró insuficientes para su desmesurada codicia.

Pero la duda que persiste en mi interior cuenta con el interrogante del porqué se ha tardado tanto en destapar este escándalo. ¿Por qué no se cortó a tiempo este desbarajuste moral y económico? ¿Por qué no intervinieron antes los servicios secretos en darle un sopapo a Urdangarín para que no se lucrara con negocios fraudulentos? Y encima cómo pudo ser tan imbécil al humillar a su propia familia y venderla en un abuso de poder.

Ahora sólo espero que devuelva sus cuantiosos estipendios y no se pierdan en paraísos fiscales, porque hay tantas dudas por resolver, que el discurso del rey aplaca nuestra ira e indignación pero no por ello nos hace creer más en la Justicia. Las palabras de su Majestad son justas y sus intenciones buenas, pero no por eso confiamos en que el yernísimo vaya a parar con sus huesos en la cárcel y la ley se aplique con igualdad para todos.

El discurso del rey significa que todos los ciudadanos son medidos por el mismo rasero, pero nuestra ingenuidad no nos hace olvidar que los privilegios aún existen, a pesar del monarca.


ROSA MARÍA VERA

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